El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.
1 Reyes 8:33-34
Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante de sus enemigos por haber pecado contra ti, y se volvieren a ti y confesaren tu nombre, y oraren y te rogaren y suplicaren en esta casa, tú oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y los volverás a la tierra que diste a sus padres.
Génesis 28:13
Éxodo 3:6-8
Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
Dijo luego Dios: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
Dios estableció su pacto con Isaac, heredando él y su descendencia todas las promesas que Dios le había dado a su padre Abraham con respecto a la tierra que les daría para habitar, esa
tierra que fluye leche y miel, quedando excluído de ese pacto Ismael. Dios dijo a Abraham que en Isaac le sería llamada descendencia, no obstante, Dios tuvo
misericordia de Ismael y le dijo también a Abraham que haría de él una nación, aunque su pacto era con Isaac (Génesis 21:9-13).
Como vemos aquí, hubo una división bastante considerable, Dios prometió a Abraham darle un hijo (Génesis 15), el problema surgió cuando, Sarai esposa de Abraham viendo que no concebía, rogó a su esposo
que tomara a su sierva egipcia Agar para que le diese un hijo (Génesis 16), una vez que esto aconteció,
nació Ismael, sin haber sido el tiempo de Dios para que naciese el hijo de la promesa, el cual sí vino más tarde y vino a través de la esposa de Abraham, Sara, ese hijo era
Isaac.
Habiendo recibido Isaac las promesas de Dios con respecto a recibir la tierra prometida, Ismael queda excluído de esta promesa, aunque con los años se convirtiese en nación.
Siendo el pueblo judío el pueblo escogido por Dios, durante muchos años ha sido un pueblo atacado, perseguido y puesto en esclavitud, más Dios no se ha quedado de brazos cruzados ya que, siempre ha
intercedido a favor de su pueblo y ha llegado a exterminar a reyes y ejércitos enteros defendiéndolos (Deuteronomio 11:4).
Estamos en los últimos tiempos, y todo se está preparando para el arrebatamiento de la Iglesia de Jesucristo y la aparición del anticristo, quien intentará hacerse con el control y dominio de la
ciudad de Jerusalen, llegando a reunir ejércitos para guerrear contra el Señor, más Cristo los vencerá (Apocalipsis 19:11-21).
Satanás, que el Señor lo reprenda, siempre ha intentado interferir en los planes de Dios para intentar que no se cumplan, más dice Dios en su Palabra que todo está escrito y que no pasará ni una
tilde ni una j de la ley hasta que todo se haya cumplido (Mateo 5:18). La Palabra de
Dios es eterna, y Jesucristo es Fiel y Verdadero(Apocalipsis 19:11), y todo
se ha cumplido, está cumpliendo y se cumplirá en el nombre de Jesucristo. Y Jerusalen es la santa ciudad de Dios y, aunque muchos intenten tomarla, el Señor reinará por los siglos de los siglos.
Todo este conflicto viene de muy antiguo, desde el intento de satanás de ser semejante a Dios (Isaías
14:13-14). Habiendo caído del cielo, y envidiando al ser humano por los privilegios que Dios le había concedido, no sólo influenció al hombre para que pecase contra
su creador Dios, sino que sigue haciendo todo lo posible por crear guerras y conflictos, no solo usando a las personas como marionetas para matarse unas a otras sino arrastrándolas al
infierno revelandolas contra Dios.
Dios dice claramente en su Palabra que a todo el que bendiga a Israel, lo bendecirá, y al que maldiga a Israel lo maldecirá (Génesis 12:3), en nuestra elección está ponernos a favor de Dios o en su contra.
Jesucristo, Dios mismo nació como judío, viniendo la salvación por los judíos, de manera que no queda excusa, todo aquel que ataca al pueblo elegido por Dios, al pueblo de Israel, se coloca en
una posición de rebelión contra Dios y su Palabra y queda expuesto al peligro de ser maldecido y de poder perder su alma, condenándose por la eternidad.
Somos llamados por Dios a orar por la paz de Jerusalén...